Lenguaje, lengua y escuela
La “Didáctica de la Lengua
española” me ha resultado una experiencia reveladora más que una mera
asignatura con cúmulo de contenidos teóricos. Por ello, mediante esta entrada,
pretendo justificar este parecer analizando mi aprendizaje y, con esta
finalidad, haré referencia tanto a los contenidos teóricos y prácticos de la
materia como a las reflexiones a las que me ha incitado junto a la observación
de algunas prácticas educativas relacionadas.
Para empezar, el marco teórico de
la asignatura me ha brindado la oportunidad de reflexionar sobre el lenguaje.
El lenguaje es algo cotidiano en nuestra vida y, por ello, creo que nos
olvidamos de que es extraordinario. Quiero decir, no le concedemos el valor y
la atención que se merece, especialmente al ámbito oral. Al menos, ésta ha sido
mi impresión tras el estudio del primer bloque temático.
El lenguaje beneficia tanto al
individuo como al colectivo humano puesto que es un instrumento de comunicación
y permite el pensamiento. Además, resulta el soporte de la memoria (individual
y colectiva) y el medio más completo de expresión. Pero, como he comentado, su
cotidianidad y naturalidad lo convierte, a mi parecer, en algo ordinario. Por
ello, el estudio de este primer módulo de la asignatura me ha permitido
concienciarme de las ventajas que nos ofrece esta capacidad innata que se
concreta en las lenguas.
Por las razones citadas, la
escuela como institución educativa tiene y ha de tener un papel fundamental en
el desarrollo del lenguaje y en la adquisición de la lengua. Aspecto sobre el
cual se centra, en mi opinión, esta asignatura abordando el ámbito oral y el
escrito de la mencionada capacidad.
En torno al lenguaje oral, cursar
esta materia, me ha concienciado sobre la necesidad de llevar a cabo propuestas
exclusivamente destinadas a este fin. La comunicación oral es un contenido
transversal que debería trabajarse en todas las áreas pero no suele darse el
caso. Por ello, en el área de lengua es
necesario prestarle la atención correspondiente a este contenido y diseñar propuestas
con finalidades específicas y óptimas para este desarrollo. Es contradictorio
pero se contemplan actividades que fomentan la expresión y comprensión oral de
la lengua extranjera pero no en la primera lengua y, una vez más, creo que es
debido al frecuente uso de la misma y al hecho de que se adquiere de manera
espontánea. Por ello, es conveniente crear entornos y situaciones educativas en
las que nuestro alumnado tenga la oportunidad de hablar y de escuchar (que no
oír) respetando las convecciones sociales y en la primera lengua o lengua
materna puesto que ésta, como concreción de lenguaje, permanece en un continuo
desarrollo.
El habla es la base de la lectura y la escritura ya
que la lengua escrita supone una ampliación de ésta. La lengua escrita precisa
del entrenamiento para su adquisición y, por lo tanto, resulta una competencia
escolar. Es decir, una habilidad que, normalmente, se transmite en la escuela.
El proceso de adquisición de esta habilidad conocida como alfabetización
incluye dos actos diferenciados: leer y escribir, aunque estrechamente
relacionados. Estas acciones también llevan implícitos procesos de aprendizaje
distintos. Aspecto que he conocido gracias a ésta materia en la cual se exponen
el proceso de aprendizaje lector y el escritor en el segundo y tercer bloque
respectivamente.
El
segundo bloque, me ha transmitido la esencia de lo que implica leer pero, sobre
todo, me ha hecho reflexionar sobre cómo enseñamos a leer. Leer es una
habilidad rica y compleja que va más allá de descodificar unas letras escritas
puesto que no se trata únicamente de una tarea mecánica. Leer es interpretar
por lo que el lector ha de implicar su bagaje personal previo y su interés. Leer
debería ser un acto voluntario y no impuesto. Debería iniciarse cuando el
alumno está preparado e interesado para ello y no cuando el sistema lo exige.
Por ello, el docente ha de crear un entorno adecuado para el fomento de la
lectura teniendo en cuenta todos los aspectos que intervienen en la citada
habilidad (acto lector, lectura
ideovisual, habilidad visual, atención, memoria, comprensión e inferencias).
En esta línea, considero de gran valor la exposición
de los diferentes métodos para el aprendizaje de la lectura. En primer lugar,
porque me ha dado a conocer prácticas educativas y, en segundo lugar, porque
resultan herramientas para la docencia. Es decir, cada alumno/a es diferente y
es conveniente conocer diferentes metodologías didácticas para poder ofrecer
alternativas a los discentes y adaptarnos al máximo a sus necesidades y
particularidades.
De este modo, aunque el método que me parece más
adecuado para la adquisición de esta
habilidad es el mixto de base analítica, en algunos casos, cuando los alumnos presentan
dificultades puede ser apropiado utilizar el método sintético. Opino así porque
tras la lectura del segundo bloque, he reafirmado que los niños perciben el
mundo de forma sincrética y, en consecuencia, de lo global a lo particular. Por
ello, para dotar de significatividad el aprendizaje de la lectura es preciso
partir de palabras y/o de frases leves y no de letras. En otras palabras, es
idóneo seguir la ruta ideovisual que implica reconocer y otorgar significados o
comprender, en lugar de seguir la ruta fonológica que consiste en descodificar
letras. Al menos, como he comentado, en la mayoría de casos ya que puede haber
otros en los que el método tradicional de base sintética u cualquier otro sea
el más apropiado para el alumno.
Otra novedad para mí, extraída de este segundo bloque
en torno a la lectura, se centra en la diferencia expuesta entre lectura como
comunicación oral y la lectura silenciosa. Concretamente en el hecho de
interpretar la lectura oral como acto de comunicación y, por lo tanto, la idea
de que un buen descodificador y/o comunicador, no implica ser un buen lector.
Hecho que, a su vez, repercute a dos capacidades diferentes: comunicar vs leer
y, por lo tanto, en dos habilidades con entrenamientos diferenciados y
didácticas particulares.
En el caso del aprendizaje de la lectura, señalar que
he recapacitado en torno al hecho de que a leer se aprende leyendo y por
lo tanto, adquiriendo comportamiento
lector. Por ello, el docente ha de acompañar fomentando el entrenamiento
conjunto y por separado de las micro habilidades y micro capacidades que
componen citada habilidad teniendo en cuenta los procesos implicados:
perceptivos, léxicos, sintácticos y semánticos.
Además, una vez adquirida la habilidad lectora, ésta se
puede valorar mediante el tiempo que precisa el discente para la lectura de un
texto puesto que la fluidez está vinculada a la comprensión. Es decir, cuanto
mayor sea la capacidad del alumno para comprender el vocabulario del texto,
mayor será su ritmo de lectura.
Por
otro lado, en torno a la escritura, el tercer módulo me ha llevado a conocer
que los procesos generales en la escritura son la codificación de palabras y la
composición escrita con finalidad comunicativa y que se debe distinguir entre
el desarrollo de la grafomotricidad y la caligrafía. De este modo, la
grafomotricidad es el control motor asociado a la grafía, en el cual,
intervienen otros aspectos como direccionalidad, tono muscular, coordinación
visomotora y ubicación espacial y, la caligrafía, por su parte, es el resultado
o proyección de la misma.
También
me ha dado a conocer los diferentes métodos para la adquisición y desarrollo de
la habilidad escritora y que éstos coinciden con los de la habilidad lectora. Por
ello, creo conveniente señalar que hay métodos que atienden al mero desarrollo
grafomotriz y otros que, en cambio, buscan la significatividad y funcionalidad
del proceso.
Una
vez más, el método que me parece más apropiado es el de base analítica puesto
que parte de elementos significativos de la lengua. Según este método la
adquisición de la escritura se lleva a cabo mediante dos fases: la del
descubrimiento y reconocimiento de la grafía y la de la automatización de la
misma. Fases a las cuales los menores se enfrentan mediante diferentes estrategias
según su momento evolutivo: pictográfica (a los 3 años), logográfica (a los 4
años), alfabética (a los 5 años) y ortográfica (a partir de 6 años).
Aún
así, como he comentado anteriormente, existen variedad de métodos y es oportuno
que el docente los conozca para poder ofrecer alternativas y ajustarse a las
particularidades de su alumnado. En el caso de la adquisición de la escritura,
también me parece muy interesante el método constructivista en el que es el
propio niño quien marca su propio ritmo de aprendizaje partiendo de la
espontaneidad, presencia y naturalidad del lenguaje.
La
existencia de la variedad de métodos de enseñanza de la escritura, hace
necesario que el docente conozca el punto de partida de sus alumnos en relación
con la grafomotricidad y la comunicación escrita para poder continuar con una
práctica educativa coherente y entender la situación actual de los mismos.
Una
vez adquirido el acto escritor, es conveniente lograr una letra manuscrita
clara y legible o en otras palabras, una buena caligrafía. Destacar que
mediante esta asignatura he descubierto que los aspectos que inciden en el
desarrollo de la grafomotricidad y, por lo tanto, la caligrafía son: la postura
y los hábitos, el movimiento gráfico, la presión, la velocidad y el ritmo.
También
es preciso que los alumnos aprendan a redactar textos con coherencia y
cohesión. Con esta finalidad, será necesario practicar mediante pautas
concretas y con términos técnicos ya que les ayudará a dominar las tipologías
textuales y el vocabulario correspondiente.
En
esta línea, para la buena expresión y comprensión del lenguaje, tanto oral como
escrito, es necesario el control de las normas lingüísticas. Por ello se ha de tener un dominio de la ortografía,
la semántica, la morfología y la sintaxis. Aspectos que se exponen en los dos
últimos bloques de la asignatura. Éstos, han resultado una herramienta para mí
puesto que me ha ayudado a conocer las pautas de desarrollo y recursos para
favorecerlas.
En
torno al proceso de aprendizaje de la ortografía he asimilado que una óptima
formación ortográfica consiste en una práctica de la lectura y la escritura
reflexiva y analítica que contribuya a
que los discentes se fijen en las grafías y palabras y no, en un aprendizaje
memorístico de las normas. Además, es relevante que desde el inicio, el niño
perciba los textos bien escritos (inclusive la acentuación y la puntuación)
porque la memoria ortográfica se desarrolla desde este primer contacto y lo
mismo sucede en el desarrollo semántico. Es decir, ha quedado obsoleta la
memorización de palabras y se recurre práctica cualitativa, multidimensional y
dinámica, que implica la reorganización continua de la base mental del lexicón
en la que el ejemplo del docente juega un papel fundamental para subsanar las
carencias presentes en la sociedad actual.
Por
otro lado, el proceso de aprendizaje de la gramática es el más conceptual
puesto que los niños han de ir aprendiendo, paulatinamente, los nombres y las
características de las diferentes clases de palabras y las funciones que éstas
desempeñan en el contexto de una oración. Este aprendizaje solamente será
óptimo si se realiza de un modo reflexivo. Es decir, los aspectos gramaticales
teóricos han de considerarse un instrumento enfocado al desarrollo de la
competencia lingüística de los estudiantes. Con el tiempo, deberán haber
integrado reflexivamente estos aprendizajes a sus producciones orales y
escritas y lo harán, una vez más, mediante una visión global de los mismos. Si
los niños no entienden lo que están haciendo, no lo integrarán, por ello se
precisa la reflexión para evitar que memoricen empleando reglas personales.
Todos
estos conocimientos junto a los recursos didácticos presentados en cada bloque,
me han ayudado a abordar la parte práctica de la asignatura que, a su vez, gracias
a las aportaciones de mis compañeras y de la profesora, ha enriquecido mi
formación como docente. Llevar a cabo las propuestas prácticas me ha obligado a
plantearme la práctica docente partiendo de los elementos que he expuesto a lo
largo de este escrito y, más concretamente, en torno al lenguaje oral, a la
lectura, a la escritura, a la ortografía, a la semántica y a la morfosintaxis.
La
primera me ha servido para aprender a diseñar una propuesta de comunicación
oral. Como ya he comentado al principio de esta entrada, es un ámbito del
lenguaje que se descuida sin mala intención porque se adquiere de manera
espontánea, pero el cual también precisa de entrenamiento y formación. Por
ello, la realización de la citada propuesta me ha hecho valorar la necesidad de planificar propuestas con este fin y me ha
brindado las pautas para hacerlo. La segunda, por su parte, me ha otorgado las herramientas
necesarias para favorecer la competencia lectora de mis alumnos puesto que me
ha ayudado a valorar todos los aspectos que se han de tener en cuenta en su
realización. Gracias a la tercera propuesta, he comprendido que las
dificultades en caligrafía se superan mediante trabajo sistemático y/o
mecánico. A base de repetir el trazado una y otra vez. Además, he descubierto un
sinfín de recursos que desconocía en torno a ello. En esta línea, la cuarta y
quinta propuesta también me han brindado la oportunidad de profundizar en
diferentes recursos didácticos apropiados para profundizar en la ortografía, la
semántica y la morfosintáctica.
A
todo esto, he de añadir que las aportaciones de mis compañeras han ayudado a
que mi trabajo sea más completo mientras que el de la profesora me ha hecho
valorar la importancia de la reflexión que hace cada uno de su trabajo. Es decir,
la autoevaluación. Autoevaluación por parte del docente pero también por parte
del alumno, como la evaluación que realiza el discente de la práctica docente.
No estaba acostumbrada a contemplar este acto en el momento de planificación de
una propuesta pero, a raíz de hacerlo, veo su necesidad para la
retroalimentación y una práctica educativa coherente.
Práctica
educativa que no he tenido la oportunidad de observar a grandes trechos puesto
que mi experiencia y práctica docente en educación primaria, en la actualidad,
es escasa. Aún así, es suficiente como para mencionar que las prácticas
educativas, relacionadas con el área de lengua, que he podido observar, desafortunadamente,
siguen todavía la metodología tradicional. Se siguen utilizando los libros de
texto para la transmisión de esta materia y los contenidos se trabajan de un
modo mecánico y descontextualizado. Incluso en algunos centros que presumen de
ser innovadores por erradicar el libro de texto, ocurre que éstos se
substituyen por fichas de contenido similar lo que viene a ser lo mismo. Hecho
que demuestra el inmovilismo sistema educativo español. Por ello, cursar esta
asignatura me ha hecho abrir los ojos y darle la vuelta al asunto. Es necesario
avanzar y ofrecer a los alumnos oportunidades de aprendizaje adecuadas puesto
que son ellos los verdaderos sujetos y protagonistas de su proceso de
aprendizaje.
Por
ello, como futura docente, considero imprescindible dotar de funcionalidad al
lenguaje porque, al fin y al cabo, es algo funcional y significativo. Para
ello, se creará un entorno estimulante y seguro con la intención de respetar el
ritmo de desarrollo de los niños. Esto también significa erradicar la
penalización por los errores y aprovecharlos como oportunidades para el
aprendizaje. Además, conlleva una evaluación continuada del alumnado y una
reflexión constante de la propia práctica educativa. Finalmente, señalar que
las propuestas serán previamente planificadas y se ampararán a un contexto. Del
mismo modo, tratarán de ser variadas, dinámicas y, en la medida de lo posible,
atractivas. Y lo más importante, el menor será el verdadero protagonista de su
proceso de aprendizaje por lo que se partirá de sus necesidades procurando su
óptimo y máximo desarrollo.
Referencias:
- Labajo, I. (2019). Didáctica de la lengua española. CSEU:
La Salle. Madrid
Perfecto, Victoria. Un gran trabajo.
ResponderEliminar