sábado, 25 de mayo de 2019

Artículo final



Lenguaje, lengua y escuela


La “Didáctica de la Lengua española” me ha resultado una experiencia reveladora más que una mera asignatura con cúmulo de contenidos teóricos. Por ello, mediante esta entrada, pretendo justificar este parecer analizando mi aprendizaje y, con esta finalidad, haré referencia tanto a los contenidos teóricos y prácticos de la materia como a las reflexiones a las que me ha incitado junto a la observación de algunas prácticas educativas relacionadas.

Para empezar, el marco teórico de la asignatura me ha brindado la oportunidad de reflexionar sobre el lenguaje. El lenguaje es algo cotidiano en nuestra vida y, por ello, creo que nos olvidamos de que es extraordinario. Quiero decir, no le concedemos el valor y la atención que se merece, especialmente al ámbito oral. Al menos, ésta ha sido mi impresión tras el estudio del primer bloque temático.

El lenguaje beneficia tanto al individuo como al colectivo humano puesto que es un instrumento de comunicación y permite el pensamiento. Además, resulta el soporte de la memoria (individual y colectiva) y el medio más completo de expresión. Pero, como he comentado, su cotidianidad y naturalidad lo convierte, a mi parecer, en algo ordinario. Por ello, el estudio de este primer módulo de la asignatura me ha permitido concienciarme de las ventajas que nos ofrece esta capacidad innata que se concreta en las lenguas.

Por las razones citadas, la escuela como institución educativa tiene y ha de tener un papel fundamental en el desarrollo del lenguaje y en la adquisición de la lengua. Aspecto sobre el cual se centra, en mi opinión, esta asignatura abordando el ámbito oral y el escrito de la mencionada capacidad.  

En torno al lenguaje oral, cursar esta materia, me ha concienciado sobre la necesidad de llevar a cabo propuestas exclusivamente destinadas a este fin. La comunicación oral es un contenido transversal que debería trabajarse en todas las áreas pero no suele darse el caso. Por ello, en el área de lengua  es necesario prestarle la atención correspondiente a este contenido y diseñar propuestas con finalidades específicas y óptimas para este desarrollo. Es contradictorio pero se contemplan actividades que fomentan la expresión y comprensión oral de la lengua extranjera pero no en la primera lengua y, una vez más, creo que es debido al frecuente uso de la misma y al hecho de que se adquiere de manera espontánea. Por ello, es conveniente crear entornos y situaciones educativas en las que nuestro alumnado tenga la oportunidad de hablar y de escuchar (que no oír) respetando las convecciones sociales y en la primera lengua o lengua materna puesto que ésta, como concreción de lenguaje, permanece en un continuo desarrollo.  

El habla es la base de la lectura y la escritura ya que la lengua escrita supone una ampliación de ésta. La lengua escrita precisa del entrenamiento para su adquisición y, por lo tanto, resulta una competencia escolar. Es decir, una habilidad que, normalmente, se transmite en la escuela. El proceso de adquisición de esta habilidad conocida como alfabetización incluye dos actos diferenciados: leer y escribir, aunque estrechamente relacionados. Estas acciones también llevan implícitos procesos de aprendizaje distintos. Aspecto que he conocido gracias a ésta materia en la cual se exponen el proceso de aprendizaje lector y el escritor en el segundo y tercer bloque respectivamente.
El segundo bloque, me ha transmitido la esencia de lo que implica leer pero, sobre todo, me ha hecho reflexionar sobre cómo enseñamos a leer. Leer es una habilidad rica y compleja que va más allá de descodificar unas letras escritas puesto que no se trata únicamente de una tarea mecánica. Leer es interpretar por lo que el lector ha de implicar su bagaje personal previo y su interés. Leer debería ser un acto voluntario y no impuesto. Debería iniciarse cuando el alumno está preparado e interesado para ello y no cuando el sistema lo exige. Por ello, el docente ha de crear un entorno adecuado para el fomento de la lectura teniendo en cuenta todos los aspectos que intervienen en la citada habilidad (acto lector, lectura ideovisual, habilidad visual, atención, memoria, comprensión e inferencias).
En esta línea, considero de gran valor la exposición de los diferentes métodos para el aprendizaje de la lectura. En primer lugar, porque me ha dado a conocer prácticas educativas y, en segundo lugar, porque resultan herramientas para la docencia. Es decir, cada alumno/a es diferente y es conveniente conocer diferentes metodologías didácticas para poder ofrecer alternativas a los discentes y adaptarnos al máximo a sus necesidades y particularidades.
De este modo, aunque el método que me parece más adecuado para la adquisición  de esta habilidad es el mixto de base analítica, en algunos casos, cuando los alumnos presentan dificultades puede ser apropiado utilizar el método sintético. Opino así porque tras la lectura del segundo bloque, he reafirmado que los niños perciben el mundo de forma sincrética y, en consecuencia, de lo global a lo particular. Por ello, para dotar de significatividad el aprendizaje de la lectura es preciso partir de palabras y/o de frases leves y no de letras. En otras palabras, es idóneo seguir la ruta ideovisual que implica reconocer y otorgar significados o comprender, en lugar de seguir la ruta fonológica que consiste en descodificar letras. Al menos, como he comentado, en la mayoría de casos ya que puede haber otros en los que el método tradicional de base sintética u cualquier otro sea el más apropiado para el alumno.
Otra novedad para mí, extraída de este segundo bloque en torno a la lectura, se centra en la diferencia expuesta entre lectura como comunicación oral y la lectura silenciosa. Concretamente en el hecho de interpretar la lectura oral como acto de comunicación y, por lo tanto, la idea de que un buen descodificador y/o comunicador, no implica ser un buen lector. Hecho que, a su vez, repercute a dos capacidades diferentes: comunicar vs leer y, por lo tanto, en dos habilidades con entrenamientos diferenciados y didácticas particulares.
En el caso del aprendizaje de la lectura, señalar que he recapacitado en torno al hecho de que a leer se aprende leyendo y por lo  tanto, adquiriendo comportamiento lector. Por ello, el docente ha de acompañar fomentando el entrenamiento conjunto y por separado de las micro habilidades y micro capacidades que componen citada habilidad teniendo en cuenta los procesos implicados: perceptivos, léxicos, sintácticos y semánticos.
Además, una vez adquirida la habilidad lectora, ésta se puede valorar mediante el tiempo que precisa el discente para la lectura de un texto puesto que la fluidez está vinculada a la comprensión. Es decir, cuanto mayor sea la capacidad del alumno para comprender el vocabulario del texto, mayor será su ritmo de lectura.
Por otro lado, en torno a la escritura, el tercer módulo me ha llevado a conocer que los procesos generales en la escritura son la codificación de palabras y la composición escrita con finalidad comunicativa y que se debe distinguir entre el desarrollo de la grafomotricidad y la caligrafía. De este modo, la grafomotricidad es el control motor asociado a la grafía, en el cual, intervienen otros aspectos como direccionalidad, tono muscular, coordinación visomotora y ubicación espacial y, la caligrafía, por su parte, es el resultado o proyección de la misma.

También me ha dado a conocer los diferentes métodos para la adquisición y desarrollo de la habilidad escritora y que éstos coinciden con los de la habilidad lectora. Por ello, creo conveniente señalar que hay métodos que atienden al mero desarrollo grafomotriz y otros que, en cambio, buscan la significatividad y funcionalidad del proceso.

Una vez más, el método que me parece más apropiado es el de base analítica puesto que parte de elementos significativos de la lengua. Según este método la adquisición de la escritura se lleva a cabo mediante dos fases: la del descubrimiento y reconocimiento de la grafía y la de la automatización de la misma. Fases a las cuales los menores se enfrentan mediante diferentes estrategias según su momento evolutivo: pictográfica (a los 3 años), logográfica (a los 4 años), alfabética (a los 5 años) y ortográfica (a partir de 6 años).

Aún así, como he comentado anteriormente, existen variedad de métodos y es oportuno que el docente los conozca para poder ofrecer alternativas y ajustarse a las particularidades de su alumnado. En el caso de la adquisición de la escritura, también me parece muy interesante el método constructivista en el que es el propio niño quien marca su propio ritmo de aprendizaje partiendo de la espontaneidad, presencia y naturalidad del lenguaje.

La existencia de la variedad de métodos de enseñanza de la escritura, hace necesario que el docente conozca el punto de partida de sus alumnos en relación con la grafomotricidad y la comunicación escrita para poder continuar con una práctica educativa coherente y entender la situación actual de los mismos.

Una vez adquirido el acto escritor, es conveniente lograr una letra manuscrita clara y legible o en otras palabras, una buena caligrafía. Destacar que mediante esta asignatura he descubierto que los aspectos que inciden en el desarrollo de la grafomotricidad y, por lo tanto, la caligrafía son: la postura y los hábitos, el movimiento gráfico, la presión, la velocidad y el ritmo.

También es preciso que los alumnos aprendan a redactar textos con coherencia y cohesión. Con esta finalidad, será necesario practicar mediante pautas concretas y con términos técnicos ya que les ayudará a dominar las tipologías textuales y el vocabulario correspondiente.

En esta línea, para la buena expresión y comprensión del lenguaje, tanto oral como escrito, es necesario el control de las normas lingüísticas.  Por ello se ha de tener un dominio de la ortografía, la semántica, la morfología y la sintaxis. Aspectos que se exponen en los dos últimos bloques de la asignatura. Éstos, han resultado una herramienta para mí puesto que me ha ayudado a conocer las pautas de desarrollo y recursos para favorecerlas.

En torno al proceso de aprendizaje de la ortografía he asimilado que una óptima formación ortográfica consiste en una práctica de la lectura y la escritura reflexiva y  analítica que contribuya a que los discentes se fijen en las grafías y palabras y no, en un aprendizaje memorístico de las normas. Además, es relevante que desde el inicio, el niño perciba los textos bien escritos (inclusive la acentuación y la puntuación) porque la memoria ortográfica se desarrolla desde este primer contacto y lo mismo sucede en el desarrollo semántico. Es decir, ha quedado obsoleta la memorización de palabras y se recurre práctica cualitativa, multidimensional y dinámica, que implica la reorganización continua de la base mental del lexicón en la que el ejemplo del docente juega un papel fundamental para subsanar las carencias presentes en la sociedad actual.

Por otro lado, el proceso de aprendizaje de la gramática es el más conceptual puesto que los niños han de ir aprendiendo, paulatinamente, los nombres y las características de las diferentes clases de palabras y las funciones que éstas desempeñan en el contexto de una oración. Este aprendizaje solamente será óptimo si se realiza de un modo reflexivo. Es decir, los aspectos gramaticales teóricos han de considerarse un instrumento enfocado al desarrollo de la competencia lingüística de los estudiantes. Con el tiempo, deberán haber integrado reflexivamente estos aprendizajes a sus producciones orales y escritas y lo harán, una vez más, mediante una visión global de los mismos. Si los niños no entienden lo que están haciendo, no lo integrarán, por ello se precisa la reflexión para evitar que memoricen empleando reglas personales.

Todos estos conocimientos junto a los recursos didácticos presentados en cada bloque, me han ayudado a abordar la parte práctica de la asignatura que, a su vez, gracias a las aportaciones de mis compañeras y de la profesora, ha enriquecido mi formación como docente. Llevar a cabo las propuestas prácticas me ha obligado a plantearme la práctica docente partiendo de los elementos que he expuesto a lo largo de este escrito y, más concretamente, en torno al lenguaje oral, a la lectura, a la escritura, a la ortografía, a la semántica y a la morfosintaxis.

La primera me ha servido para aprender a diseñar una propuesta de comunicación oral. Como ya he comentado al principio de esta entrada, es un ámbito del lenguaje que se descuida sin mala intención porque se adquiere de manera espontánea, pero el cual también precisa de entrenamiento y formación. Por ello, la realización de la citada propuesta me ha hecho valorar la necesidad  de planificar propuestas con este fin y me ha brindado las pautas para hacerlo. La segunda, por su parte, me ha otorgado las herramientas necesarias para favorecer la competencia lectora de mis alumnos puesto que me ha ayudado a valorar todos los aspectos que se han de tener en cuenta en su realización. Gracias a la tercera propuesta, he comprendido que las dificultades en caligrafía se superan mediante trabajo sistemático y/o mecánico. A base de repetir el trazado una y otra vez. Además, he descubierto un sinfín de recursos que desconocía en torno a ello. En esta línea, la cuarta y quinta propuesta también me han brindado la oportunidad de profundizar en diferentes recursos didácticos apropiados para profundizar en la ortografía, la semántica y la morfosintáctica.

A todo esto, he de añadir que las aportaciones de mis compañeras han ayudado a que mi trabajo sea más completo mientras que el de la profesora me ha hecho valorar la importancia de la reflexión que hace cada uno de su trabajo. Es decir, la autoevaluación. Autoevaluación por parte del docente pero también por parte del alumno, como la evaluación que realiza el discente de la práctica docente. No estaba acostumbrada a contemplar este acto en el momento de planificación de una propuesta pero, a raíz de hacerlo, veo su necesidad para la retroalimentación y una práctica educativa coherente.

Práctica educativa que no he tenido la oportunidad de observar a grandes trechos puesto que mi experiencia y práctica docente en educación primaria, en la actualidad, es escasa. Aún así, es suficiente como para mencionar que las prácticas educativas, relacionadas con el área de lengua, que he podido observar, desafortunadamente, siguen todavía la metodología tradicional. Se siguen utilizando los libros de texto para la transmisión de esta materia y los contenidos se trabajan de un modo mecánico y descontextualizado. Incluso en algunos centros que presumen de ser innovadores por erradicar el libro de texto, ocurre que éstos se substituyen por fichas de contenido similar lo que viene a ser lo mismo. Hecho que demuestra el inmovilismo sistema educativo español. Por ello, cursar esta asignatura me ha hecho abrir los ojos y darle la vuelta al asunto. Es necesario avanzar y ofrecer a los alumnos oportunidades de aprendizaje adecuadas puesto que son ellos los verdaderos sujetos y protagonistas de su proceso de aprendizaje.

Por ello, como futura docente, considero imprescindible dotar de funcionalidad al lenguaje porque, al fin y al cabo, es algo funcional y significativo. Para ello, se creará un entorno estimulante y seguro con la intención de respetar el ritmo de desarrollo de los niños. Esto también significa erradicar la penalización por los errores y aprovecharlos como oportunidades para el aprendizaje. Además, conlleva una evaluación continuada del alumnado y una reflexión constante de la propia práctica educativa. Finalmente, señalar que las propuestas serán previamente planificadas y se ampararán a un contexto. Del mismo modo, tratarán de ser variadas, dinámicas y, en la medida de lo posible, atractivas. Y lo más importante, el menor será el verdadero protagonista de su proceso de aprendizaje por lo que se partirá de sus necesidades procurando su óptimo y máximo desarrollo.




Referencias:
Labajo, I. (2019). Didáctica de la lengua española. CSEU: La Salle. Madrid

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